domingo, 17 de enero de 2016

El rincón del escritor: Kate Danon nos presenta El juego de la araña

"Yo no me rindo nunca, y ahora, mi tarea eres tú"

Estas son las palabras que Leo le dice a Ana cuando, de la noche a la mañana, deja de ser un compañero de clase más para convertirse en su profesor particular. Ninguno de los dos imagina lo que este cambio desencadenará en sus vidas.

Leo, un chico solitario de diecisiete años, atormentado por sus circunstancias personales, encontrará en Ana la luz que necesita para escapar de su tristeza. Sin embargo, ignora que la chica de sus desvelos esconde muchos secretos, algunos tan oscuros que para poder mantener su palabra, deberá enfrentarse a pruebas mucho más duras de lo que jamás pensó.

Ambos tendrán que superar los retos de la araña si quieren escapar de su red, pero... ¿se atreverán a jugar hasta el final?




Ficha del libro






Los personajes nos hablan de la novela:

Mi nombre es Ana Montalbo. Tengo diecisiete años y soy un auténtico desastre. Mis notas dan pena,
mis padres han perdido su confianza en mí y me paso más tiempo castigada del que me gustaría. Tengo novio desde hace tiempo, Mike, pero las cosas no nos van muy bien últimamente. Problabamente sea por mi culpa, porque siempre me ha gustado saltarme las normas y pasármelo bien.... Y eso al final ha tenido consecuencias. Por ejemplo, ser un cero absoluto en los estudios ha ocasionado que mis padres me pongan un profesor particular para ayudarme. Y no uno cualquiera, no. Han tenido que contratar al grimoso de la clase, al tío más insoportable y más raro del instituto. No sé qué voy a hacer, cómo voy a conseguir librarme de él. Y, por si eso no fuera poco, Tarántula no deja de enviarme mensajes, cuando yo lo único que deseo es que me deje en paz. Quiero olvidarme de la Tela de Araña y que alguna vez tuve algo que ver con ese mundo. ¿Es que no van a dejarme nunca tranquila?


***


El grimoso, el friki, el raro del instituto. Sí, ese soy yo, y no me avergüenza decirlo. Me llamo Leo Dominguez, tengo diecisiete años y visto como un hombre de cuarenta. Casi no me relaciono con
mis compañeros... En realidad, casi no me relaciono con nadie. Mi vida es bastante solitaria, pero hace mucho tiempo que no me importa lo que los demás puedan decir de mí. Bueno, no me importaba hasta ahora. He conocido mejor a Ana Montalbo, la chica a la que doy clases, la chica que no me puedo sacar de la cabeza. Cuando estoy con ella, todo lo gris que hay en mi mundo se vuelve más brillante, todo tiene más sentido... Y no me gusta que me mire como si yo fuera un bicho raro. Por primera vez en mi vida me siento vivo, y todo es gracias a ella. Sé que Ana no es dulce, ni amable ni cariñosa, sin embargo no puedo dejar de pensar en ella. Su novio Mike me machacará, estoy seguro. Pero eso es algo que, a estas alturas, tampoco me importa demasiado



Una escena que abra el apetito:

No puedo creerme que Ana pase de largo su sitio habitual y se dirija hasta donde estoy. A pesar de que la clase está distribuida en filas de mesas dobles, yo nunca he tenido compañero. Nadie  se ha sentado nunca a mi lado por propia voluntad. Por eso, cuando ella lo hace, los otros alumnos la miran alucinados y algunos incluso lanzan exclamaciones de horror.
—¿Qué te pasó ayer? —me pregunta, colgando su mochila en el respaldo de la silla.
A pesar de su look de muñeca gótica, no huele a féretro ni a incienso ni nada parecido. Lo cierto es que su olor es suave y tranquilo, familiar, algo que agradezco después de la noche que he pasado. Espero que no note la hinchazón de mis ojos.
—Creía que ya no querías que volviera a tu casa —me defiendo.
—Y yo que no te ibas a rendir conmigo.
Vaya. Directa y al grano. ¿Qué quiere esta chica de mí? No estoy en condiciones de entablar una discusión con ella a estas horas de la mañana.
—Me surgió algo, perdona —le digo.
Ella parece sorprendida por mis disculpas. Me clava sus ojos oscuros y noto cómo intenta colarse en mis pensamientos. El silencio se alarga y se vuelve incómodo, pero no tengo ganas de hablar ni de ser amable. Ana carraspea, abre su mochila y saca los apuntes de la clase que está a punto de empezar: historia. ¿Se va a quedar ahí sentada? ¿Por qué no vuelve a su sitio, al lado de su novio Mike?
—He pensado algo —susurra entonces, sin mirarme. Como no le respondo, me mira de reojo—. ¿Quieres saber la idea que he tenido?
La noto nerviosa. ¿De qué está hablando? Me da miedo preguntar, con esta chica uno no sabe a qué atenerse.
—Claro —le contesto, no muy seguro.
—Es para el trabajo que tenemos que hacer, el del misterio histórico de España.
Si me pinchan, no sangro. ¿Ana Montalbo, con ideas estudiantiles propias?
—¿En qué has pensado?
—Estuve buscando en Internet y he encontrado una leyenda: la de la isla de San Borondón. Por lo visto, es una isla misteriosa que aparece y desaparece en el horizonte. Unos pocos afortunados confiesan haberla visto, pero lo cierto es que nadie la ha encontrado nunca.
Es buena idea.
Genial, de hecho. No puedo creer que se le haya ocurrido a ella sola.
Ahora me está mirando con los ojos grandes, expectantes, como si lo que yo vaya a decir a continuación fuera muy importante. Caigo en la cuenta de que a lo mejor necesita que le aplaudan la ocurrencia. Esta chica está falta de motivación y espera mi aprobación como si lo que yo opine fuera de vital importancia.
Pobre. No sabe que lo que yo piense o deje de pensar no vale la pena.
Yo no soy nadie.
Nadie para nadie.
—Pues sí... puede funcionar —le digo al fin, sin mucho entusiasmo.
Ana parece decepcionada.
—Si no te gusta, podemos pensar en otra cosa.
—No, no, está muy bien. La isla de San Borondón... Luego se lo diremos a Eduardo para que lo apunte y nadie repita la idea.

Eso parece animarla y me sonríe de una manera que consigue espabilarme el corazón.

Desde LecturAdictiva damos las gracias a Kate Danon por la presentación.

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