domingo, 8 de enero de 2017

El rincón del escritor: Mónica Maier nos presenta El amor es la respuesta

¿Es capaz el amor de superar todas las barreras? ¿Puede solo un corazón dejar atrás las dudas y los miedos?
Gabriela siente que ha perdido por completo el control de su vida. Convencida de que lo que necesita es un cambio radical, decide «cruzar el charco» para instalarse de nuevo en Madrid, su ciudad natal.

Allí comenzará de cero: nuevo hogar, nuevo trabajo, nuevos amigos; y redescubrirá ciertas cosas que creía olvidadas, incluido a su viejo amor de adolescencia con el que tendrá que lidiar mientras trata de reencontrarse consigo misma y descubre que los sentimientos vienen sin etiquetas y no siempre es fácil aceptarlos ni mucho menos elegir cuál es el momento adecuado para que hagan acto de presencia.






Ficha del libro





Los personajes nos hablan de la novela:

Me llamo Gabriela y tengo veintiocho años. No estoy pasando por mi mejor momento, por lo que, tras más de una década viviendo en Boston, debido al trabajo de mi padre que es uno de los cirujanos cardiovasculares más reputados del país, he decidido empaquetar mis cosas y volver a mis orígenes, a Madrid, buscando reencontrarme con la persona que algún día fui. Bueno, eso y un poco de paz.
De momento, parece que he empezado con buen pie. Si paso esta entrevista comenzaré a trabajar en una de las consultorías empresariales con mejor proyección en el mercado. Lo voy a hacer bien, sé que seré capaz, porque realmente quiero este trabajo.
La recepcionista me indica que ya puedo pasar, así que me pongo en pie e inspiro con fuerza a la vez que me aliso la falda del traje de chaqueta. Ha llegado la hora de la verdad.
Recorro la escasa distancia que me separa del despacho de uno de los socios y golpeo con suavidad la puerta, anunciando mi llegada. Una voz de hombre me indica que puedo entrar. Pongo mi mejor sonrisa y empujo con decisión la gruesa hoja de madera. 
La sonrisa se me congela en los labios. No es posible. No puede ser él. Los nervios me deben estar jugando una mala pasada. Sin embargo, soy incapaz de apartar la mirada de ese rostro que no podría olvidar ni en un millón de años. Claro que es él, reconocería esos ojos oscuros en cualquier parte. Al fin y al cabo, el primer amor nunca se olvida y Eric Peñalver fue el mío. 



***

Mi nombre es Eric. A mis treinta y dos años puedo decir que estoy satisfecho con mi vida. La relación con mi padre y mi hermana es inmejorable, estoy rodeado de buenos amigos y me encanta mi trabajo. Hace unos años fundé con mis dos mejores amigos, Martín y Laura, AvanC, una pequeña consultoría empresarial y parece que las cosas comienzan a irnos bien. Mi hermana, Valeria, también se ha unido al equipo hace poco. Nos hemos convertido en una pequeña familia bien avenida.
 Aunque quizá, últimamente, no tan bien, ya que todos se han empeñado en meter las narices en mis asuntos y se han confabulado para buscar una colaboradora que me ayude con la carga de trabajo que según ellos no puedo atender, porque estoy convaleciente de un accidente de tráfico que tuve semanas atrás. El caso es que no pienso acceder, no quiero que nadie se inmiscuya en mi forma de trabajar. Muy amablemente, voy a deshacerme de ese dechado de virtudes que Martín se ha esforzado tanto en seleccionar.
Le indico a Eva que ya puede hacer pasar a la candidata y me preparo para despacharla en menos que canta un gallo. Se abre la puerta y una chica preciosa con el pelo rojizo y cara de ángel se adentra en el despacho. Cruzamos las consabidas frases de cortesía y la invito a sentarse. Comienzo la entrevista con la cabeza en cualquier parte menos en lo que estoy preguntando. Algo en ella me llama poderosamente la atención y no es solo su belleza, sino el halo de vulnerabilidad y decisión que la envuelven y contrastan de una forma que es imposible ignorar.
—Gabriela, el puesto es tuyo —me sorprendo pronunciado las palabras. Han salido de mi boca de forma inconsciente. 
Estrecha mi mano con una sonrisa y abandona el despacho. En cuanto me quedo solo me dejo caer en la butaca ¿Qué ha pasado? No soy capaz de encontrar una explicación, pero, sin duda, tendré tiempo para hacerlo, porque voy a tener que trabajar junto a ella todos los días.




Una escena para abrir el apetito:

Noté un calor en el costado y supe quién estaba a mi lado sin necesidad de escuchar su voz; era curioso, a pesar de todo, mi cuerpo reaccionaba a su presencia como no lo hacía con nadie más, parecía que le reconociese.
— ¿Te encuentras bien? —la pequeña arruga que se formó entre sus cejas me mostró que la ligera preocupación que tiñó su voz era real.
Me encogí de hombros y emití un pequeño suspiro.
—Sí, es solo que el vino me ha dado dolor de cabeza —repuse presionando mis pulgares contra las sienes.
— ¿Puedo?
Sin darme tiempo a contestar retiró mis dedos y los sustituyó por los suyos que comenzaron a masajear la zona con suaves movimientos circulares.
La sensación era tan agradable que tuve que morderme los labios para contener un suspiro de satisfacción. Los ojos de Eric se mantenían fijos en mi rostro concentrados en cada pequeño gesto. Su mirada era tan intensa que por un momento me dejé llevar, perdida en el calor de sus pupilas.
Retiró los dedos y los introdujo entre mi cabello, presionando ligeramente mi nuca y mis ojos se cerraron con placer.
La pérdida del calor de sus yemas contra mi piel fue como un latigazo que me sacó de ese estado de trance. Abrí los ojos para encontrar en los de Eric la misma mirada confundida que debían mostrar los míos y algo más que no supe descifrar. ¿Qué era lo que había ocurrido?


Desde LecturAdictiva damos las gracias a Mónica Maier por la presentación.


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