viernes, 10 de febrero de 2017

Entrevista: Marisa Grey





Puedo decir que nací en Francia hace más de cuatro décadas, soy la menor de cuatro hermanos,
me casé hace más de veinte años y tengo una hija adolescente. Además de mi marido y mi hija, en mi casa hay dos habitantes más, mis dos gatos, Woody y Niky, con quién me rio mucho por sus constantes travesuras. Mi vida es tranquila, así la quiero, pero el 5 de noviembre una llamada la puso patas arriba. No pensé que un simple gesto como mandar una historia a una convocatoria, un simple clik a "enviar", significaria tanto. Lo que sí tengo claro es que nunca pensé que escribir se convertiría en algo más que un pasatiempo.

Al principio era una afición, una inquietud que me llevaba a imaginar un sinfín de historias. Después necesité convertirlas en realidad ordenándola con palabras. Ahora me publican y todavía no sé si considerarme escritora o si sigo siendo una contadora de historias. Lo que tengo claro es que una nueva etapa se abre ante mi y pienso acogerla con los brazos bien abiertos, aprender, disfrutar y compartir con vosotros mis personajes.



Descríbete a ti misma como lo harías con un personaje de tu novela.

Con su metro sesenta y los cuantos kilos que había cogido en los dos últimos años, no era una mujer que destacaba en una multitud, aunque los que la conocían bien le habían dicho que su sonrisa era lo primero que destacaba en ella. Bien era cierto que era reservada, pero con sus amigos y familiares era fiel como un terrier que no suelta su hueso. Su hija y los amigos de esta la llamaban “la mama Marisa”, siempre con sus guisos para que no pasaran hambre en su austero piso de estudiante. Pero, además de guisar e inventarse nuevos platos, tenía tres aficiones más: dar largos paseos con su perrita Luna, leer tirada en el sofá los fines de semana y de noche… de noche se perdía en tierras lejanas junto a los personajes que le susurraban sus historias frente a su portátil. Los vecinos le preguntaban algunas veces cuando dormía y ella les contestaba que prefería soñar despierta. 


¿Por qué decidiste escribir romántica?

Es un género que leo desde la adolescencia y con el que siempre me he sentido cómoda. He tenido temporadas durante las cuales me he desvinculado un poco, porque me gustan otros muchos géneros, pero siempre vuelvo. Es como volver junto a un viejo amigo al que no ves desde hace un tiempo y en cuanto te pones a hablar con él, tomas la relación con la misma confianza y seguridad que la última vez que le viste. El género romántico es eso: estar segura de reencontrarte con algo que sabes te va a satisfacer. Cuando escribo, me pasa lo mismo, aunque también busco contar algo más que una historia de amor. Es importante que haya algo más en torno a los personajes, de lo contrario se puede volver repetitivo. 
¿Eres escritora de brújula o mapa?

Soy más bien de las que toman un camino sin saber dónde va a acabar, sin mapa ni brújula. Es una aventura que empieza a ciegas. Eso sí, si es histórica, antes tengo que documentarme, situarme, conocer el paisaje, las costumbres, ver fotos de la época o películas. Pero en lo que concierne el proceso de escribir, voy por libre. 

¿Cuánto tiempo aproximadamente tardas en escribir una historia?

Meses. Esta última han sido muchos porque a veces escribo y reescribo varias veces un capítulo y no cejo hasta que quedo satisfecha. Incluso cuando he acabado una historia, la dejo unos días descansar y la retomo desde el principio y cambio lo que no me convence. 

¿En quién te inspiras a la hora de crear tus personajes?
En nadie, aunque sí es cierto que después de crear un personaje he visto a un actor y he reconocido los rasgos de un protagonista. Con el protagonista de Bajo el sol de medianoche me ha pasado con un oficial de la marina noruega. Fue sorprendente, más que nada por la profesión del hombre, pero cuando vi su foto en una revista, casi se me descolgó la mandíbula.

¿Qué es lo más divertido que te ha pasado en tu faceta como escritora?
Estaba en una gran superficie (el Corte Inglés) en la sección de la librería, cuando fui a pagar el libro que había elegido, la cajera me reconoció y con una larga cola detrás de mí, me pidió que le firmara mi libro. Lo tenía ahí, me confesó que llevaba varios días esperando que pasara por su sección ya que sabía que solía comprar bastantes libros. Todos los que estaban esperando para pagar se me quedaron mirando y yo me puse como una amapola de roja. 

 Podéis obtener más información acerca de ella y sus libros pinchando aquí.


Desde LecturAdictiva queremos dar las gracias a la autora por esta entrevista. 

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