domingo, 16 de abril de 2017

El rincón del escritor: Connie Acevedo nos presenta Yo no te prometo amor

Melrose es una mujer que tiene lo que todas podrían desear. Belleza, solvencia económica, pero sobre todo la total atención de su novio. Sin embargo, su vida da un drástico giro cuando se entera de su embarazo. 
Jeff Thompson, un reconocido productor de televisión que ya ha experimentado un matrimonio fallido, y una aún peor experiencia como padre, decide que no pasará nuevamente por todo eso, y le pide que se deshaga del bebé. Desilusionada, he incapaz de hacer lo que Jeff le pide, Melrose decide seguir adelante sola con su maternidad. 
Sin embargo, su sombrío panorama cambia de forma radical tras una nefasta cita a ciegas. El reencuentro con quien fuera su primer y gran amor: Alex Hawthorne, un exitoso arqueólogo al que tuvo que dejar ir hace diez años para que cumpliera con sus sueños puede cambiar su vida para siempre. 
Alex está de vuelta y le basta ese reencuentro para darse cuenta de que desea recuperar todo lo que perdió al marcharse, y para esto está dispuesto a hacer lo que sea. Incluso ser el padre del bebé que Melrose lleva en el vientre. 
¿Podrá Melrose aceptar la oferta del amor de su vida? ¿O lo dejará ir para no atarlo con un bebé que ni siquiera es suyo?

Ficha del libro





Los personajes nos hablan de la novela:


¿Alex Hawthorne? Sí, ese soy yo. Soy arqueólogo, y pronto también profesor universitario. Acabo de llegar de Egipto. 
Por diez años, fui uno de los responsables de una importante excavación de la universidad del Cairo. Mis días estuvieron llenos de éxitos profesionales, y aunque me involucré con una colega, debo reconocer que mi corazón siempre perteneció a Melrose, la novia que dejé antes de partir.
Ella fue quien me animó a seguir mis sueños como arqueólogo, sin saber que parte importante de mi anhelo, era ella. La conocí cuando dictaba una clase como alumno ayudante en la universidad. Melrose se sentaba en primera fila y hacía que me pusiera completamente nervioso. Adoraba las ondas que se formaban en su cabello, y la manera tierna en la que trataba a todo el mundo. Comenzamos a salir casi de inmediato. Pasé los mejores días de mi vida a su lado, y cuando supe de la posibilidad de que estuviese esperando un hijo mío, me alegré tanto que consideré la opción de no partir a Egipto. Sin embargo, el destino me tenía preparada una partida triste y sin mi adorada Mel. 
La noche que volví a la ciudad, después de una década sin saber de ella, me detuve en un restaurante para cenar con mis compañeros de equipo, y en una de las mesas distinguí a Melrose. Sin pensarlo me acerqué. Estaba tan emocionado que ni siquiera pensé en que quizá no quería verme. La abracé, y de inmediato noté su embarazo. Un sentimiento extraño se apoderó de mí, no concebía que esperara un hijo de otro. Por supuesto que sé en esta década debió de salir con otras personas… ¡Dios! Ella es tan hermosa, que debió estar rodeada de pretendientes...

Ya cumplí mi sueño de ser un arqueólogo reconocido, ahora quiero formar con ella y el bebé una familia. ¿Me pregunto si me querrá de vuelta?

***

Me llamo Melrose Greene. Soy dueña de la tienda de accesorios MELROSE. Estudié diseño en la universidad, y cree mi propia marca de accesorios y bolsos. Mis clientes van desde mujeres adineradas, hasta celebridades. Todo parece de cuento de hadas, sin embargo, mi novio, el productor de televisión, Jeff Thompson, me abandonó en cuanto se enteró de mi embarazo... Si la gente que ve sus programas televisivos se enterara de las atrocidades que me dijo… ¡De seguro nadie lo seguiría! 

Mi amiga Jenny insistió en que asistiera a una cita a ciegas que ella organizó en su plan de casamentera. Me llevé el plantón más vergonzoso de mi vida, sin embargo, la situación tuvo un giro inesperado cuando volví a ver a Alex. Él fue mi novio en la universidad. Hace diez años perdimos contacto cuando él viajó a Egipto para perseguir su sueño. Lo apoyé, le dije que estaba bien que partiera, sin embargo sufrí de sobremanera su ausencia. Ahora estaba ahí, frente a mí, observándome como si todavía sintiera algo. Por supuesto que no puedo permitir que aquellos sentimientos vuelvan a surgir. Él es un importante arqueólogo, y yo solo soy la mujer que carga el bebé de un hombre al que no le importó darnos vuelta la espalda. Alex merece a una mujer que le de sus propios hijos… no a la sombra de la persona que antes fui…

Una escena que abra el apetito:

Alex bebió un poco de té y luego se quedó con la mirada fija en la taza. No podía encontrar las palabras adecuadas para expresarle a Melrose aquello que tanto deseaba. Quizá no era el momento. Probablemente, el hablar de esos sentimientos solo le traería problemas. Ella acabaría molestándose y apartándolo. Bebió de un trago todo lo que quedaba del té sin prestar atención a la temperatura del líquido. Dejó la taza sobre el baúl y miró a Melrose.

—Creo que lo mejor será que me vaya —se puso de pie— Es tarde y necesitas descansar.
—¿ Sucede algo? —decidió preguntarle de forma directa—. Estás extraño desde que bailamos. Por favor, dime si hice algo que te molestó —le rogó.
—No, no. Tú no has hecho nada —le explicó de forma dulce—. Jamás podrías hacer algo que me molestara —se acercó y depositó un beso en la cabeza de Melrose.
—Alex… —por más que aquellos gestos la hicieran sentirse como nunca antes, estaba segura de que Alex le estaba ocultando algo. Y no podía con eso.
—Mel, hay algo que quiero decirte, pero temo que cuando te lo diga… quieras apartarte de mí.
—¿ Apartarme de ti? —preguntó preocupada.

Él se agachó para quedar a la misma altura de Melrose, quien continuaba sentada en el sillón. Alex tomó la taza de té y la dejó junto a la suya en el baúl. Acarició el rostro de Melrose y la observó por unos segundos. No sabía cómo, pero era aún más hermosa que aquel pobre recuerdo que su mente evocó durante años, cuando la necesitó.

—Alex, ¿qué está sucediendo? ¿Qué es lo que quieres decirme?
—Algo que está quemando mi garganta… —murmuró con un tono de voz bajo.

Melrose le vio acercarse y segundos después su cuerpo se estremecía al sentir los labios de Alex sobre los suyos. Al principio fue un beso tímido. Él se había acercado rozando sus labios, intentando obtener el permiso para continuar. Luego todo se volvió mucho más intenso. De inmediato, sus alborotadas hormonas comenzaron a exigir atención. Tan solo se estaban besando, pero podía sentirlo en todas partes. Estiró los brazos para rodear su cuello, mientras que él la atrajo por la cintura. A sus veintiocho años, mientras llevaba en el vientre al bebé de otro, estaba disfrutando de un beso con su amado Alex.

Desde LecturAdictiva damos las gracias a Connie Acevedo por la presentación.


0 comentarios:

Publicar un comentario